Pablo Romero Montesino-Espartero

Pablo Romero Montesino-Espartero
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Camarote desde donde fueron escritas algunas de estas cartas-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Con este blog pretendo ir recopilando las cartas escritas por mi hermano Pablo Romero M-E, dirigidas a la familia, durante sus primeros años de navegación tras terminar su carrera de Marino Mercante allá por el final de la década de los años cincuenta, principio de los sesenta-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------.

jueves, 15 de enero de 2015

CARTA DESDE ALEJANDRÍA

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero

 
 
  

Carta nº 51
                                
    Precedentes de Rótterdam y con una carga 12.000 toneladas de harina de trigo- regalo de la Comunidad Económica Europea al pueblo egipcio- llegamos a este puerto hace ya una semana.

    El viaje ha sido muy duro, con muy malos tiempos en el Mar del Norte y el Atlántico. La costa portuguesa nos ha vapuleado sin piedad durante dos días, dando bandazos de hasta 35 grados y embarcando olas tremendas por el costado de estribor.

    Suponíamos que con el cargamento que traemos se nos recibiría a bombo y platillo, al fin y al cabo estamos haciendo la labor de la Cruz Roja sin recibir a cambio ninguna compensación extra por riesgo de guerra. Lo cierto es que nuestra llegada nos ha puesto los pelos de punta. Hace ya cuatro meses que terminó la guerra entre Israel, Egipto y los países árabes y esta gente sigue  pensando que todavía no está dicha la última palabra.

    Fondeados en la rada hemos podido observar el movimiento de lanchas rápidas de fabricación rusa, armadas con misiles, que patrullan la costa. La entrada al puerto está protegida por una red antisubmarina que sólo se abre cuando entra o sale un barco, y por doquier, antiaéreos y nidos de ametralladoras en todos los edificios altos.     

    Después de  varias horas de espera, llegó finalmente el práctico acompañado de dos soldados armados con metralletas, que embarcaron ordenándonos que a partir de la puesta del sol no tuviéramos luces en cubierta y que los portillos de los camarotes debían permanecer cerrados y con las cortinas corridas hasta el amanecer.

    El capitán-italiano con experiencia de convoyes durante la Segunda Guerra Mundial-, le preguntó al práctico:     

“¿Oscurecimiento total a partir de la puesta del sol...? ¿Pero, no ha terminado la guerra?”

 “No capitán, la guerra no ha terminado”, contestó.

    Cuando la red antisubmarina fue cerrándose a medida que nuestro barco cruzaba la entrada al puerto, los oficiales que estábamos en el puente, nos miramos como preguntándonos: ¿pero que demonios estamos haciendo aquí?

    Dentro del puerto había tres destructores rusos abarloados a pocos metros de nuestro atraque.

    La primera noche, de madrugada, empezaron a sonar disparos acompasados y explosiones. Saltamos de la cama y salimos varios de nosotros a cubierta, con la cara demudada, descalzos y semidesnudos. Los disparos procedían de uno de los destructores rusos, que  irracionalmente o por divertimiento, disparaban contra un satélite artificial que cruzaba nuestro cielo. El susto fue mayúsculo, pero empezamos a tomarnos la cosa con cierto humor, al ver que las explosiones se quedaban casi a la altura de un cohete de feria, si la comparábamos con la del satélite. Esto mismo se repitió de día, pero esta vez contra un caza israelí del que tan sólo se veía una ligera estela blanca a una altura estratosférica. Esta vez fue una lancha egipcia la que hizo los disparos.

    La descarga de la harina se lleva a cabo muy lentamente, por lo que suponemos que tendremos que pasar otra semana en Alejandría.

    Hablando de descarga, esta mañana hemos presenciado un espectáculo muy triste. En el muelle y en guardia permanente, soldados armados con fusiles, vigilan que nadie recoja del suelo un gramo de harina. En un descuido del soldado, una niña de unos diez años, corrió con una lata y un cartón a recoger de un pequeño montón de barreduras, un poco de harina. Al percatarse el soldado, corrió hacia ella y la golpeó con la culata del fusil  e hizo que vertiera en el suelo el producto de su “rapiña”. Fue un acto político asqueroso, pues de no haber estado nosotros presenciando la escena, posiblemente hubiera actuado de otra forma. Se avergüenzan del hambre...si ellos supieran la que Europa sufrió del 39 al 45...

    He salido a tierra con un compañero y  hemos comprado algunos recuerdos. Un jarrón de alabastro y dos calzadores de asta de no sé que animal. Tienen  cabezas representando a Nefertite y a Ramses, creo. Nos hemos  divertido viendo en un night club la danza del vientre. Es impresionante de que forma son capaces las bailarinas de mover el esqueleto semidesnudo. ¿Cómo es posible que dentro del mundo árabe haya tales diferencias de actitud respecto al comportamiento de la mujer? El local estaba protegido por sacos terreros, al igual que casi todos los comercios de la ciudad, pero ya no nos impresionan tanto como el primer día. Lo que si nos ha llamado la atención es el riesgo que corren los viandantes en esta ciudad caótica. Los coches y autobuses se mueven entre la gente a golpe de bocinazos y sin semáforos que regulen el tráfico; cruzar una calle es casi suicida. A veces piensas que buenos toreros podrían salir de algunos de estos peatones.

    Esta noche hemos tenido otra vez un sobresalto. A eso de las cuatro de la mañana una fuerte explosión bajo el agua, ha hecho que el barco, que está medio vacío, chocara duramente contra el muelle. De nuevo hemos salido todos a cubierta despavoridos, preguntándonos que había sido eso. La respuesta nos la dio una segunda explosión a unos trescientos metros de nosotros, mientras una lancha sin luces, se alejaba del lugar. 

   En este puerto, durante la Segunda Guerra Mundial, un cuerpo italiano de ataque submarino llamado “Decima MAS” consiguió colocar bajo las quillas de los acorazados británicos “Valiant” y “Queen Elizabeth cargas explosivas que hicieron que ambos barcos se hundieran en el mismo puerto. Fue una acción de un gran valor, coraje, determinación y preparación técnica, en la que un submarino puso en el agua a dos torpedos humanos, cuyos tripulantes después de mil vicisitudes, lograron colocar los explosivos. Esto, los egipcios no lo han olvidado y de ahí el que lancen cargas de profundidad de vez en cuando para evitar que posibles hombres rana israelitas ataquen sus barcos de guerra en este puerto.
 
   Después de doce días descargando harina, por fin mañana saldremos a la mar. Me voy con la pena de no haber podido “ver” el famoso faro de Alejandría, ni la biblioteca, ni tantas cosas maravillosas de éste país...vigilan nuestros movimientos y no nos permiten salir de la ciudad. Hacer una fotografía es una acción suicida.     Poseer cualquier revista o signo de haber estado antes en Israel, supone la cárcel. A pesar de ello, estoy satisfecho por haber colaborado a quitar el hambre a medio Egipto, aunque sólo sea por un día.
   Termino mi carta navegando en un Mediterráneo azul maravilloso en un día luminoso de Otoño. La sensación que tengo al haber dejado atrás tanta miseria es la que se siente después de una buena ducha.
   El barrido de las bodegas ha producido casi una tonelada de harina que hemos echado al mar. Ha venido a mi mente la niña de Alejandría y creo que todos en nuestro fuero interno nos sentimos en pecado mortal.

Pablo

                                           Alejandría, Octubre de 1967