Pablo Romero Montesino-Espartero
A bordo del "Alacrity", viaje Cádiz-Barranquilla año 1968
Carta
nº 60
12 de Enero de 1969
Embarqué en el Alacrity en Barletta-costa adriática de Italia-es un barco de
construcción francesa y como tal muy cómodo para nosotros. Tengo un camarote
con baño privado, un tresillo en piel marrón oscuro, estupendo, frigorífico,
teléfono para comunicarme con el puente, la máquina y la telegrafía y una cama
de matrimonio espléndida con “vistas al
mar” por si faltara algo. Las paredes del camarote están forradas de madera
color miel clara y el suelo es antideslizante. Una preciosa mesa de despacho en
madera del mismo color que las paredes y los armarios empotrados, en suma, un
apartamentito de soltero.
Desde el punto de vista profesional, es un
buen barco con un puente bien dotado de instrumentos de navegación: radar,
giroscópica, timón automático, decca, sondas, radiogoniómetro etc. Con buen
tiempo tiene un buen andar, llegando hasta los 16 nudos. El Uje andaba tan sólo 11 nudos. No se me
olvidan los 42 días que empleamos en dar la vuelta a Africa.
Hemos cargado en Génova, Marsella,
Barcelona y Cádiz, principalmente maquinaria
y vehículos pesados para puertos de Venezuela, Colombia, Panamá,
Ecuador, Perú y Chile.
El Capitán es yugoslavo y hace dos meses,
navegando por la costa portuguesa, en conversación distendida en el cuarto de
derrota, me pidió que le señalara sobre
la carta de navegación el lugar de mi nacimiento. Con el compás de doble punta,
le señalé exactamente donde debería haberse encontrado la ciudad de Cáceres, de
haber sido un faro y no una ciudad del interior de España. Levantó los ojos de la carta y mirándome entre
sorprendido e incrédulo, me dijo:
-Pero...¿cómo
se le ocurrió a usted estudiar la carrera de Náutica habiendo nacido a más de doscientos
kilómetros de la costa más cercana?
A lo que le contesté:
-Antes de que vosotros los yugoslavos
supierais dónde estaba el Estrecho de Gibraltar, nosotros, los extremeños,
habíamos descubierto el Océano Pacífico. Después de esto no ha vuelto a hacer
ninguna pregunta que ponga en duda mi profesionalidad por causa de mi
procedencia.
Es, como casi todos los yugoslavos que he
conocido, de carácter muy distinto al
nuestro latino. Tienen gran facilidad para los idiomas y el italiano, lengua
cooficial con el inglés a bordo de estos barcos, lo hablan como si fuera la
suya propia. Son gente muy trabajadora y profesional, pero tienen un gran
complejo por su condición de comunistas y lo que es peor aún, sumamente
desconfiados y difíciles de tratar por su idiosincrasia, al menos para
italianos y españoles, que dicho sea de paso, nos entendemos a la perfección y
continuamente estamos aprendiendo de ellos
en el arte del amor.
Los yugoslavos sienten una gran atracción por
España y hablan de ella maravillas. Dicen que nosotros no tenemos ni idea de lo
que es una dictadura. Tienen una frase hecha en italiano que siempre la emplean
cuando se habla de nuestra patria:
“Spagna
il paese dove si balla e si magna”.
Esta tarde hemos atravesado la barrera de
las Antillas que separan el Atlántico del Caribe. Pasamos muy cerca de la
Guadalupe y la Montserrat. Ahora llevamos rumbo directo a Barranquilla,
navegando con un tiempo maravilloso.
A partir de los 23 grados de latitud empezó
a pegar duro el sol, pero como por aquí tenemos ahora la estación seca, el
calor es soportable durante el día, al
menos en la mar.
El paso entre las islas coincidió con la
puesta de sol y ha sido un espectáculo a todo color. El cielo se fue tiñendo de
rojo tras la isla de Guadalupe, hasta tal punto que daba la impresión de que
estuviera en llamas. A través de los nubarrones
de los chubascos tropicales se filtraban los rayos de sol incidiendo en
la mar que se tornaba dorada o negra si no encontraban hueco entre las nubes.
A medida que nos acercamos a la costa mi
sangre extremeña bulle en mí de manera no experimentada antes. En la carta de
navegación que tengo extendida en la mesa de derrota, aparecen nombres con
minúsculas letras, pero que con ayuda de una lupa puedo leer y me emociono a
medida que los voy descubriendo: Medellín, Trujillo, Cáceres, Mérida,
Guadalupe, Alvarado, Valdivia, Pizarro...todos pertenecientes a ciudades y
pueblos de Colombia, Panamá, Chile, Perú...
Van quedando muy atrás mis vacaciones con
la americana y mi coupé azul, con el que hicimos cerca de cuatro mil kms.
recorriendo España. En Barcelona pude ver a la “niña” de los ojos azules que
viajó con nosotros en el Uje y que la
tuve de vecina de camarote durante cerca de un mes. Momentos muy intensos, pero
que como los barcos en la niebla, pasan dejando tras de sí poca huella.
En Cáceres quedé impresionado con una
chica, guapa donde las haya. Estaba en
“Clavero” con una amiga y yo con la norteamericana sentados en un
velador. De pelo castaño muy largo y unos ojos preciosos. Sin quererlo se me
iba la vista hacia su cara, siempre vigilando que no me lo notara Ruth. Cuando
le pregunté a Mané, quien era ese
bombón, se echó a reír y me dijo que vivía en el piso de arriba al nuestro. No
me lo podía creer. Papá al llegar a casa me dijo de ella:
-¡Es que es guapa con ganas¡
El viaje hasta Barranquilla ha durado doce
días, lo que significa un paseito. La ciudad está situada a orillas del río
Magdalena y es muy extensa dado el tipo de construcción que se hace por aquí de
una o dos plantas.
La gente está haciendo ensayos callejeros
preparándose para el carnaval y uno se
puede imaginar lo que será, con ver los ensayos. Las calles llenas de gente joven
va siguiendo a las comparsas bailando de manera casi obscena los ritmos
caribeños. Con ánimo de ligar a alguna colombiana nos quisimos informar de
dónde podríamos encontrar un local o club o sociedad para tratar de conocer a
chicas normales, que no te pidan cosas a cambio de su compañía. Preguntamos en
un hotel y el conserje nos contestó que eso que buscamos no existía en
Colombia. A pesar de ello nos hemos sentido muy a gusto por el trato afable que
tienen para con los españoles y al final tuvimos que dejarnos llevar por los
usos y costumbres de la ciudad. Por cierto que cerca de aquí hay un pueblo que
se llama Cáceres.
Se habla de que una vez terminada la
descarga en Talcahuano-cerca de las
islas Chiloe- podríamos ir a Buenos Aires por el Cabo de Hornos o Magallanes,
sueño dorado de cualquier marino.
Pasado mañana saldremos hacia Cartagena de
Indias y después el Canal de Panamá y el Pacífico.