Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero
"De guardia en el "M.Urbasa" con poca visibilidad"
Carta nº 63
(Continuación de la carta nº 62)
Pacífico Sur, 31 de Enero de 1969
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Dejamos
atrás Arica, nuestro primer puerto chileno y nos dirigimos a Antofagasta.
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El paisaje,
si antes era desolador ahora es además deprimente. La lava, la arena y las
rocas cubiertas por el “inmaculado”manto de güano le dan un aspecto aterrador.
Desde Guayaquil perdimos todo contacto con la vegetación. Las ciudades como
Arica, Mollendo o Matarani, son oasis rodeados por desiertos arenosos, montañas
peladas de diversos colores, desde el amarillo, al ocre, del marrón al negro,
pasando por el color del óxido de cobre y el ceniza. De vez en cuando los faros
de algún coche te sacan de la ensoñación y te recuerdan que no estás viendo un
paisaje lunar.
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Algunos
islotes cerca de la costa están materialmente cubiertos por aves marinas, que
son con sus excrementos una de las riquezas del país. Toda la superficie que
emerge del agua tiene el color grisáceo de las plumas. Al pasar cerca de ellas
hacemos sonar la bocina del barco para poder contemplar el espectáculo de
millones de aves marinas alzando el vuelo de todos los islotes e islas cercanas
notando con asombro como las islas que antes eran grises se tornan blancas. Por
un cierto tiempo se nubla el sol y la algarabía es tal que es mejor ponerse
bajo techo y cerrar la puerta del puente para evitar un “bombardeo”.
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Abundan los
lobos marinos, que displicentes toman el sol en las playas y en las rocas,
mientras las elegantísimas fragatas se dedican a pescar, elevándose hasta unos
cincuenta metros, cerrando sus alas y lanzándose en picado a cientos en busca
de la anchoa. Los recolectores de güano, se lamentan de la pesca indiscriminada
de la anchoa, pues al reducirse su población está disminuyendo la de aves
marinas y por ende ese apreciado fertilizante agrícola, del que hasta hace poco
tiempo, se cargaban barcos completos para Europa y Estados Unidos.
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De Antofagasta
daremos rumbo a Talcahuano cerca ya de Magallanes y dado que llevamos carga
para Punta Arenas-la ciudad más al sur del continente- en la entrada atlántica
del Estrecho, esperamos con ansiedad la confirmación desde Lima, para proseguir
y pasar al Atlántico doblando el Cabo de Hornos, sueño dorado de cualquier
marino.
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He sacado
las cartas de navegación del Estrecho y buscado los fondeaderos para esperar y
poder asegurar el paso de día, pues de noche no hay nadie que se atreva debido
a las grandes dificultades de reconocimiento de sus costas.
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Todo se ha
venido al traste. Nos han ordenado descargar en Valparaíso-vuelta atrás- por
considerar peligroso el paso en esta época del año- verano austral- debido a
los hielos flotantes que navegan a la deriva por todos los canales.
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El derrotero
que da información sobre los canales magallánicos tiene cerca de quinientas
páginas y a pesar de ello, muchos canales e islas son actualmente desconocidos
e inexplorados. La mayoría de la información proviene de barcos que estuvieron
por aquellos parajes en el siglo pasado. Describe las mejores rutas a seguir en
caso de naufragio a través de la maraña de canales. El problema no es
desembarcar en tierra firme sino hacerlo en un lugar donde se pueda encontrar
un ser humano. Describe también el carácter de los indígenas y dice : “ Durante
el último lustro, no se ha dado ningún caso de canibalismo, pero se sabe que
los indios de aquellas islas tienen mal carácter. Es aconsejable en caso de
verse obligados a desembarcar, llevar armas de fuego y no ir en grupos
inferiores a diez personas. En caso de contacto con las tribus permanecer lo
más alejados posible de sus mujeres. Los Onas de color cobrizo muestran una
marcada repugnancia hacia los blancos. Los Alacalufes, refractarios a la
civilización, son agresivos y traicioneros, no comen carne cruda, ni son
caníbales y basta un arma de fuego o algo que se le parezca para que se
desvanezca todo peligro. En cabo Pakunham pueden encontrarse tribus de Yaaganes
en los meses de verano. Los náufragos que se vean obligados a desembarcar en
estas islas, no deberán rechazar ofrecimientos de ayuda por parte de aquellos
indios, son inofensivos y conocedores de los canales patagónicos. Permanecer
siempre alejados de sus mujeres.”
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Y también: “
No completados los estudios sobre la costa entre Magallanes y Cabo Peñas, los
marinos están avisados de que esta carta de navegación solo deberá emplearse en
navegación diurna, buscando un buen fondeadero para continuar pasada la
noche...”
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Todo esto
que te remonta al siglo pasado, es de máxima actualidad y ese halo de misterio
del que estos canales están rodeados, te atrae y hace que sueñes que vas a
bordo de un Clipper de tres palos con
las velas desplegadas, en demanda del Océano Atlántico por la ruta más corta.
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No será esta
vez.
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Pacífico
Sur, 9 de Febrero de 1969
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Dejamos
Talcahuano el día 5 después de dos días de permanencia y de pasar frío intenso
a pesar de encontrarnos en el verano austral. Se ven focas por todas partes y
en el atardecer se organiza un griterío inquietante proveniente
de las rocas y que no sabes a qué o a quién adjudicar. Cuando miras con los
prismáticos te quedas con la boca abierta al contemplar miles de lobos marinos
y focas comunes lanzando al viento sus llamadas mientras se desplazan
perezosamente o luchan entre ellas.
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El paisaje
ha cambiado drásticamente y abundan bosques interminables de pinos y verdes
campiñas en una atmósfera transparente de cielos azules y al fondo la
cordillera de los Andes eternamente nevada y dominándolo todo, la impresionante
mole del Aconcagua, que a pesar de la distancia a que nos encontramos de él,
parece que pudieras alcanzarlo con la mano.
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Estuve en
Viña del Mar, que es algo así como el San Remo de Sudamérica, y en compañía del
Segundo Oficial y ambos de uniforme, nos fuimos a bailar a una sala de fiestas
en el paseo marítimo. Voy a pecar de inmodestia. Al salir de una cafetería de
lo más “chic” de Viña del Mar, se me acercó el camarero para decirme que una
chica le había pedido que por favor me dijera que deseaba conocerme. Fui
incapaz de darle una respuesta afirmativa, no sé si por timidez o por qué,
simplemente la saludé con la mano y le dije al camarero que mi barco salía en
pocas horas y tenía que regresar a bordo, cosa que por otro lado era cierta.
Con anterioridad estuvimos bailando con unas argentinas en una terraza desde la
que podía contemplarse todo el Pacífico. Las prisas y el amor no casan bien,
así es que me he contentado pensando que mi inca me espera en Lima con su
Hillman.
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Pablo