Pablo Romero Montesino-Espartero

Pablo Romero Montesino-Espartero
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Camarote desde donde fueron escritas algunas de estas cartas-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Con este blog pretendo ir recopilando las cartas escritas por mi hermano Pablo Romero M-E, dirigidas a la familia, durante sus primeros años de navegación tras terminar su carrera de Marino Mercante allá por el final de la década de los años cincuenta, principio de los sesenta-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------.

domingo, 2 de marzo de 2014

CARTA DESDE PORT DE BOUC

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero



CARTA DESDE PORT DE BOUC
De una carta a la familia
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Carta nº 35
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Hemos llegado a este puerto de la costa francesa del Mediterráneo después de pasar una serie de vicisitudes, que han hecho que el Capitán español dijera adiós para siempre a la marina mercante, optando por ingresar en la Reserva Naval como Alférez de Navío. Ganará la cuarta parte que ahora, pero tendrá una vida relajada y placentera, saliendo a la mar tan solo para algunas maniobras y el resto, mucho club náutico y mucho ligue. También a mi me ha tentado pasarme a la Armada, pues están buscando cubrir plazas en los buques que los EEUU entregan a España un día sí y otro también, pero no solo de uniforme vive el hombre y hoy por hoy prefiero seguir conociendo mundo ganando dinero.

La cosa empezó después de terminar la descarga en Italia de 11.000 toneladas de“ghisa” en lingotes.

Se trata de un material de hierro muy rico en carbono que sirve para producir acero de calidad. Generalmente, al finalizar la descarga de cualquier cargamento a granel, se quedan en las bodegas residuos que sino valen nada se tiran por la borda a la salida de puerto. En caso de cierto valor, esos residuos pertenecen a la tripulación que puede venderlos en el siguiente puerto. Pues bien, al contramaestre le di instrucciones para que todo el material sobrante lo metieran en las sentinas, con objeto de que el siguiente cargamento que era clinker de cemento, no se mezclara con los restos de lingotes y pudiéramos venderlos en cualquier puerto. La orden fue “solamente residuos”, entre otras razones porque no podíamos obstruir las sentinas que son parte vital de la seguridad del barco en caso de colisión e inundación de una bodega.

De Italia nos dirigimos a Bizerta en Túnez para cargar el clinker . En aquél puerto y debido a una falsa maniobra por parte del práctico tunecino, no pudimos frenar la arrancada del barco y fuimos a dar con nuestra proa en el muelle, de forma tan violenta que se produjo una vía de agua inundándose el tanque de agua dulce de proa. Cuando investigamos la avería, nos dimos cuenta que no podríamos llegar a Nigeria sin efectuar reparaciones y que las bombas no achicaban bien el agua de las sentinas, debido a que el contramaestre de motu propio haciendo caso omiso de mi orden , de noche, había llenado las sentinas de las cinco bodegas del “Navidad” con lingotes de la carga. Calculamos que se habían escamoteado unas 100 toneladas, las cuales impedían el funcionamiento del sistema de achique, de tal forma que no había más remedio que informar al armador de la avería y dirigirnos urgentemente a Palermo (Sicilia) para reparar la vía de agua e intentar vender las 100 toneladas en ese puerto, para más tarde regresar a Bizerta para cargar las 12.000 toneladas de clinker con destino a Nigeria.

Bizerta es una ciudad fantasma en la que se amontonan por todas partes restos de armas y proyectiles de obuses disparados durante la guerra. No hay una sola casa que no tenga señales de impactos de bala y de metralla y los tunecinos nos miran como a enemigos. Cuando nos cruzarnos con ellos en descampados, nos ponemos a cantar en español, con objeto de que no crean que somos franceses, a los que odian a muerte.

En Palermo iniciamos enseguida las reparaciones y entramos en contacto con un mafioso que aceptó comprarnos toda la ghisa a un precio de saldo- al darse cuenta del lío en que estábamos metidos hasta las cejas- pero que suponía casi un sueldo para cada uno de nosotros. Desplegamos nuestros puntales y grúas e iniciamos con nocturnidad y alevosía la descarga fiándonos del mafioso, que dijo haber “comprado” al carabinero de guardia. Encontrándonos en faena y con los camiones al costado del barco, nos sorprendió el inspector de la compañía armadora que había llegado en avión desde Génova para verificar las reparaciones de la vía de agua.
“¿Pero han venido ustedes a reparar o a descargar?” Me preguntó con cierta guasa, intuyendo lo que nos traíamos entre manos. Le quise hacer ver que eran restos de la carga anterior, pero se puso serio y me hizo que le acompañara al camarote del Capitán.
Alli y luego de unas cuantas copas, el Capitán le ofreció parte en el“negocio”. El resto fue coser y cantar. El mafioso apareció en una lancha rápida con el dinero y en presencia del inspector se cerró la operación quedando el dinero ingresado en la caja fuerte del despacho del “viejo” para la correspondiente distribución.

Si a todo esto le añadimos el que en Rotterdam al desembarcar del remolcador que nos llevó a tierra, resbalara y se cayera desde la proa al agua entre bloques de hielo, el que en Sete (Francia), una grúa nos rompiera el mastelero y en su caída casi nos mata a todos los que estábamos en cubierta y que el año pasado no perdimos de milagro el “Navidad” contra las costas de Cerdeña, no es de extrañar que el hombre haya decidido colgar la gorra.

La última fue anteayer. Lo oí subir al puente gritando ordenes “todo a estribor”, “todo a estribor”. Medio dormido, se había asomado a la ventana de proa en su despacho y había visto la farola roja de entrada al puerto, y creyendo que era un barco que venía a rumbo de colisión, subió despavorido y no dejó de gritar hasta toparse de narices con la ventana del puente y ver que no estábamos navegando sino atracados y bien atracados al muelle.
Es un buen tío, pero creo que lo mejor que puede hacer es irse a casa .


Pablo


Port de Bouc, Marzo de 1963

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