Pablo Romero Montesino-Espartero
Venecia Agosto 1964 (con el "Sincerity")
Carta nº 73
De una carta a la familia
Hamburgo, 6 de Enero de 1970
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Después de casi 20 días en Polonia llegamos
a este puerto el día 30 y en él permaneceremos unos 4 ó 5 días más, para más
tarde dirigirnos a Amberes.
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Desde el sábado pasado tengo alquilado un
Mercedes 250 S automático que es una maravilla. Tan sólo tiene diez mil
kilómetros. Lo cierto es que no lo hice sin intención. La cosa fue que no
tenían más que ese coche y el Capitán , me animó diciéndome : “No te preocupes,
le sacamos un buen seguro”
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Es la primera vez que me pongo al volante
de un automático y al principio lo pasé mal para sacarlo del aparcamiento.
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He invitado al Capitán a cenar en
Travemünde, que es una de las ciudades más típicamente alemana, algo así como
el Montecarlo del Báltico. Cuando llegamos al barco, la tripulación pensó que
llegaba el hijo del armador que tiene uno igual. Es un coche increíble, capaz
de enloquecer a cualquier amante del volante. De Travemünde nos fuimos a Lübeck
y de allí a Bremen. Ciudades que ya conocíamos, pero que deseábamos visitar
llegando a ellas por tierra y no por mar como siempre.
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El día de Año Viejo conocí a una noruega
que vive en Hamburgo y está divorciada. Como veréis llevo una buena racha de
casadas...La conocí en un local en el que los hombres no pueden solicitar baile
a las damas. Ya hemos estado aquí en otras ocasiones. El sitio es elegantísimo
y la mayor parte de los caballeros
vestía smoking y de largo las
damas. Me sacaron a bailar varias féminas y me sentí bastante incómodo con los
compañeros de mi mesa, pero al final todos “ligamos” una frau. La mía se llama Haneloren y a las cinco de la mañana, a los
acordes de Dulces Navidades de Frank Sinatra, descorchamos una botella de
Champagne en su apartamento después de pasar una hora buscando un medio para ir
a su casa y a 15 grados bajo cero. Aquí hacen hinchar un globito para saber la
cantidad de alcohol que llevas en el cuerpo, por eso no circulaba nadie en
automóvil. Al entrar en el apartamento me entró complejo de artista de cine o
al menos estar soñando una película. Encendimos las velas del árbol de navidad,
escuchamos coros rusos en un aparato estereofónico fantástico, bailamos con
música de Tom Jones y cuando me desperté, tenía el desayuno preparado en una
mesita rodante junto a la cama. ¡Eran las tres de la tarde¡
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Está divorciada hace un año y
tiene una niña que pasa estas fechas con los abuelos. Por la tarde fuimos en su
coche a cenar a un típico restaurante y a las nueve estábamos viendo la televisión en su casa.
Tiene 32 años y trabaja en Lufthansa, no es una belleza, pero está muy bien
dotada.
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El barco lo hemos tenido que fondear en
medio del río esperando atraque para terminar la descarga. Ayer cogí el Mercedes y me llevé al Capitán y al Jefe de Máquinas a recoger a mi
noruega y a una amiga suya. Cuando nos vieron bajo su ventana con el coche, no
lo podían creer. Tres marinos latinos con semejante automóvil...no era posible.
Las llevamos de excursión y terminamos bailando en un lujoso vagón de
ferrocarril reconvertido en saloncito de fiestas. Se alargó tanto la velada, que
perdimos el último spido que debía
llevarnos hasta el barco fondeado en medio del río, con lo cual tuvimos que
pasar la noche dentro del coche con el motor en marcha y la calefacción al
máximo. A la mañana siguiente una señora salió de su casa para ver que nos
pasaba y se quedó perpleja cuando nos vio coger nieve para lavarnos la cara
entre risas y bromas. El coche se portó, pues en el exterior alcanzamos los 15
bajo cero.
Seguimos rodeados de hielo, a lo que ya nos hemos habituado, pero no por ello deja de ser un espectáculo impresionante al ver como se van acumulando los bloques unos encima de otros. Salimos para Amberes y después Nápoles. Nuestro sol y nuestro mar azul nos espera.
Seguimos rodeados de hielo, a lo que ya nos hemos habituado, pero no por ello deja de ser un espectáculo impresionante al ver como se van acumulando los bloques unos encima de otros. Salimos para Amberes y después Nápoles. Nuestro sol y nuestro mar azul nos espera.
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Pablo