Pablo Romero Montesino-Espartero

Pablo Romero Montesino-Espartero
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Camarote desde donde fueron escritas algunas de estas cartas-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Con este blog pretendo ir recopilando las cartas escritas por mi hermano Pablo Romero M-E, dirigidas a la familia, durante sus primeros años de navegación tras terminar su carrera de Marino Mercante allá por el final de la década de los años cincuenta, principio de los sesenta-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------.

viernes, 20 de diciembre de 2013

CARTA DESDE EL EX – “RIVER CLYDE ”

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero



Foto: El "River Clyde"
(Visto por los pinceles de Rosa Turégano Trujillo)


Carta nº 31
 
 
CARTA DESDE EL EX – “RIVER CLYDE ”

Han transcurrido dos años desde que terminé mis prácticas de mar a bordo del barco de pasaje “Monte Urbasa”. Dos años más de estudios que me han permitido obtener el título de Piloto de Segunda Clase, gracias al cual he pasado de ser un Alumno de Náutica a Tercer Oficial de Puente. Esta carrera de obstáculos-como algunos la llaman-me ha costado hasta ah...ora, siete años desde que ingresé en la Escuela Náutica de Barcelona.

     Lejos quedan los baños a la luz de la luna en la piscina de Primera Clase, los bailes en cubierta de uniforme, las visitas de pasajeras al puente, la comida a la carta en el comedor de oficiales, las copas en el bar de primera clase o en el salón veranda. Ahora me encuentro a bordo de una chatarra, -pero de una chatarra histórica-, como oficial responsable de navegación.

    España, para nuestra desgracia, es la nación europea que más barcos viejos mantiene a flote y en la que más difícil se hace encontrar un puesto de trabajo para los Oficiales de su Marina Mercante. El “Maruja y Aurora” -otrora “River Clyde”- es uno de esos barcos chatarra o “candray”, que a pesar de su longevidad y de sus carencias hace que te sientas orgulloso de navegar en él.

     Construído en Glasgow en 1905, los británicos lo bautizaron con el nombre del río que le vio nacer: “River Clyde” . Hasta 1915 navegó como carbonero transportando en sus bodegas hasta 4.000 toneladas de carbón mineral desde el Reino Unido al Continente y Estados Unidos, y fue en Abril de aquél año cuando comenzó su epopeya en la Primera Guerra Mundial durante la batalla de Gallipoli en los Dardanelos.

     Convertido por azares de la guerra en “buque de desembarco”, llevó en sus bodegas a más dos mil soldados de los Royal Munster Fusiliers para desembarcarlos en el extremo sur de la Península de Gallipoli. Alemanes y turcos bien posicionados en lo más alto de los acantilados, barrían con sus ametralladoras a las tropas que iban saliendo de sus bodegas, y que por improvisadas pasarelas intentaban llegar a las playas. De los 1.100 hombres que lo intentaron, solo sobrevivieron 11 fusileros. Muchos barcos británicos fueron hundidos o dañados por los cañones alemanes a causa de errores estratégicos que se tradujeron en un desastre para las fuerzas de la Royal Navy. El “River Clyde” fue hundido en la batalla y reflotado en 1919. En 1929 fue comprado por un armador español rebautizándolo con el nombre de “Maruja y Aurora”.

Winston Churchill en su obra “La Crisis Mundial 1911-1918 “ hace el siguiente relato de los acontecimientos del día 25 de Abril de 1915 en los Dardanelos:
“Más de 2.000 fusileros de Dublín del regimiento Homspshire fueron amontonados en las bodegas del “River Clyde” y fueron llevados así hasta pocos metros de la orilla, cerca del fuerte de Sedd-el-Bahr en la península de Gallipoli...
...en cuanto las tropas irlandesas se precipitaron fuera de las bodegas del “River Clyde”, cayó sobre ellas un fuego aniquilador procedente de las ametralladoras turcas...

     En pocos minutos fueron muertos más de la mitad y el borde de la playa se encontraba lleno de muertos y moribundos...no obstante los fusileros de Dublín seguían lanzándose desde las entrañas del “River Clyde” al matadero sin vacilación alguna, hasta que sus superiores los detuvieron...El Comandante Unwin que había ideado emplear al “River Clyde” como barcaza de desembarco, continuaba perseverando por asegurar un puente de tablones entre el barco y la playa en medio de la tempestad de fuego, mientras los otros luchaban con heroísmo inigualable para salvar a los que morían o se ahogaban o para salvar el armamento”.
Y continua diciendo Winston Churchill:
“ ¡Se renovaban las escenas inmortalizadas por el general Napier en las brechas de Badajoz¡, pero todo fue en vano y gracias a las ametralladoras montadas en la proa del “River Clyde” no fueron exterminados los supervivientes de la playa...

      De los 9.000 hombres desembarcados, 3.000 estaban muertos y de estos, 1.100 habían salido de las bodegas del “River Clyde” que sucumbió bajo la artillería alemana.”

Esta acción supuso para marineros y oficiales de este glorioso barco, seis cruces Victoria entre otros honores.

     Debo confesar que cuando lo vi por vez primera en el puerto de Avilés, me entraron ganas de salir corriendo. El puente es como la caseta de un guarda -agujas de RENFE, sin más instrumentos de navegación que una aguja magnética, una sonda eléctrica y un radiogoniómetro poco o nada fiables.

     A la salida de puerto, con las bodegas cargadas con 4.000 toneladas de carbón mineral para Barcelona, el Capitán me dijo al abandonar el puente:
“Es todo tuyo, Pablo”.
Era la primera vez que me quedaba solo en el puente como oficial de guardia; era noche cerrada y teníamos escasa visibilidad. Desde el puente y a través de las lumbreras de la máquina, se oían las voces de los fogoneros echando carbón en los hornos de las calderas, mientras la chimenea iba dejando tras nosotros una estela negra como el carbón que llevábamos en las bodegas.
Sin quererlo venía a mi mente el puente del “Monte Urbasa” y me sumía en una cierta tristeza. Otra vez estaba como al principio, en el “penurias”, solo que ahora tenía al menos un sueldo decente.

     La primera hora fue de gran nerviosismo, pues entre otras cosas, hacía dos años que no pisaba el puente de un barco. Poco a poco fui cogiendo confianza en mi mismo y el resto de la guardia disfruté de la navegación costera. Hubiera dado cualquier cosa porque mis padres me hubieran podido ver “solo ante el peligro”.
 
Mi camarote se encuentra situado en la cubierta principal, esto es, a escasos tres metros sobre el nivel del mar cuando el barco va cargado. La puerta da directamente a cubierta, por lo que cuando el tiempo es duro y embarcamos golpes de mar, para entrar en mi camarote, tengo que coordinar mi salida de la Cámara de Oficiales, para entrar en él antes de que la mar haya golpeado en mi puerta. La técnica consiste en aprovechar el balance del barco a la banda contraria del camarote, para abrir y cerrar la puerta de la Cámara de Oficiales, salir corriendo por la cubierta, meterme en el camarote y cerrar de un portazo. A veces la alfombra flota en tres dedos de agua y la humedad se hace insoportable. Como toda calefacción tengo una estufa eléctrica que debo desenchufarla en cuanto empieza a entrar agua en mi cubil por peligro de electrocución.

     Nuestro heroico barco es bien conocido en los puertos del norte de Europa. Lo ven como un ave fénix que hubiera resurgido de sus cenizas y en algunos puertos ingleses tenemos que restringir las visitas de curiosos y nostálgicos. Han pasado cuarenta y siete años de la acción de Gallipoli y continúa siendo un barco famoso, respetado y admirado allá donde vamos. Varios artistas lo inmortalizaron al óleo, con su proa metida en una playa sembrada de muertos y los fusileros descendiendo a tierra bajo el fuego de las ametralladoras turcas y alemanas.

     Durante las horas de guardia y con la mirada perdida en el horizonte, la mente no puede evitar el imaginar las escenas terribles que se produjeron sobre la cubierta y las escotillas de las bodegas que uno tiene delante. El orgullo que te produce el llevar entre tus manos el timón de este barco heroico es quizás la única cosa positiva que veo en él pero... no me importaría cambiarla por unas condiciones mejores de navegabilidad y “confort”.
 

Pablo

En la mar Abril de 1962

(continuará)

jueves, 5 de diciembre de 2013

CARTA DESDE NIGERIA (II)

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero
 
 
África Occidental año 1964

Carta nº 30


CARTA DESDE NIGERIA (II)
Publicada en el diario "Cáceres"

Físicamente, la nigeriana es de una belleza y esbeltez esculturales, que muchas blancas quisieran para sí. Su coquetería la lleva al tatuaje en relieve y al desrizado del cabello, mediante métodos dolorosísimos, como el de colgarse de cada mechón de su cortísimo pelo, cuerpos pesados. En su afán por parecerse a la blanca, cubren el ros...tro con una finísima capa de polvos de harina que le dan aspecto de “clown”.


En compañía de dos nativos y de mi capitán, hice ayer una pequeña excursión a bordo de uno de nuestros botes salvavidas, por las intrincadas aguas de un afluente del Calabar. Ambas orillas desaparecían por completo bajo la exuberante flora que tejía una espesa cortina infranqueable por algunos sitios. Simios, cacatúas, tucanes, loros y una variadísima gama de gaviotas, componían una orquesta, cuya extraña música, llenaba el ambiente cargado de humedad, bochorno y mosquitos. Cuando les preguntamos a nuestros guías por los cocodrilos, se echaron a reír y señalaron al norte. Sinceramente, después de ver tantas pieles de estos animales en las tiendas de Port Harcourt, creía que los habría por los alrededores, más aún habiendo observado a los camaleones pasearse tranquilamente por las calles de la ciudad.

     Después de dos horas de navegación en contra de la corriente, llegamos a su poblado, compuesto por una veintena de chozas construidas con ramas secas. A poco de pisar tierra firme, nos vimos envueltos por una nube de críos que nos pisaban, tiraban de los pantalones y nos cogían de la mano y siempre pidiendo: “Babá soap”,”babá milk”, “baba cigarettes”...
Hombres, mujeres y niños andaban semidesnudos haciendo gala de sus cuerpos tatuados a todo color.

     Fuimos invitados a la versión indígena del té inglés y a pulpa de coco en la choza del “alcalde” que además nos ofreció su mujer como la cosa más natural del mundo, a lo cual rehusamos educadamente después de ensalzar su belleza. Tenía más de cincuenta años y era negra como el carbón.

     En la vivienda del “galeno” se nos inmunizó contra los malévolos poderes de la malaria, mediante una mágica unción, gracias a la misma y a la quinina que diariamente venimos tomando desde Dakar, esta enfermedad no ha hecho presa en nosotros.

     Cuando solo nos quedaban los pantalones, los zapatos y el salakof, emprendimos el regreso al barco.

     No hay un solo nigeriano que no crea en los poderes de la magia negra. Me contaba el otro día uno de ellos, que no hace mucho, una boa dio cuenta de un niño que jugaba en compañía de otro al cual se le había inyectado al nacer un “suero antiréptilico”, ¿por qué no hizo lo mismo con éste?: la magia. Yo más bien pienso si no se le indigestaría el primero.

     Cualquier mago o hechicero que se tenga por tal, posee un variado surtido de sus sueros y ungüentos maravillosos, capaces de eliminar vicios, fortalecer virtudes, curar y prevenir enfermedades, incluso para los celos tienen su formula.

 El capataz de la carga del barco-negro fornido de una treinta de años decía que él estaba inmunizado contra cualquier envenenamiento. Con el fin de comprobar la
veracidad de sus palabras, sacamos de nuestro botiquín algunas botellas y frascos, tres de ellos conteniendo sustancias venenosas, los colocamos sobre una mesa y fue palpándolos a ciegas uno por uno, exclamando: “¡venom, venom, poisson¡” a la vez que su rostro reflejaba con una mueca de repulsión y horror hacia el contenido del frasco si este era venenoso. Al día siguiente, a cambio de un bote de leche condensada me dio una hoja de una extraña planta, que según él debo llevar entre el pie y calcetín derechos, durante un periodo no inferior a una semana si deseo eliminar el vicio del cigarrillo. Llevo diez días con ella puesta y aunque los resultados no son aún positivos, no he perdido la esperanza.
Pablo

 (continuará)


domingo, 1 de diciembre de 2013

CARTA DESDE NIGERIA (I)

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero

 
En África Occidental año 1962
 
 
Carta nº 29
 
 
CARTA DESDE NIGERIA (I)
Publicada en el desaparecido diario"Cáceres "

Muchos de vosotros, buenos amigos de la infancia, durante mis cortas estancias en ésa, me habéis preguntado que es de mi vida por esos mundos de Dios. El deseo de satisfacer vuestra curiosidad, me ha movido a iniciar esta correspondencia unilateral, por medio de la cual intentaré haceros viajar conmigo, como pasajeros de mi barco, de uno a otro confín del globo.

     Es empresa harto difícil para mi, hombre de escasos recursos lingüísticos, plasmar en unas cuartillas, el color de las estrellas en el trópico, una puesta de sol en la jungla o un arco iris de luna en estos mares del sur, pero como no entra en mi ánimo impresionaros con una bella prosa, sino entreteneros, me consideraré dichoso si consigo alcanzar el fin que me propongo.

     Hace una semana, después de un largo viaje de diez y ocho días, llegué a este hermoso y selvático país, procedente de Italia a bordo del “Navidad”.
El “Navidad” es mi segundo barco como Piloto de la Marina Mercante en el que navego. Es de bandera extranjera y la tripulación está formada por españoles, italianos y algún yugoslavo.

     El Navidad fue construido en Inglaterra en los años 40, por lo que también tiene su historia, al haber participado en muchos convoyes cruzando el Atlántico bajo la amenaza de los submarinos alemanes. Es el típico barco inglés de casco remachado, máquina de vapor y unos 8 nudos de andar, con buen tiempo. En suma un “candray” pero sólido y seguro con escasas comodidades para la tripulación pero mi sueldo se ha quintuplicado con respecto al Maruja y Aurora.

     Embarqué en Génova y dejé la Patria para poder llegar a fin de mes sin tener que pedir anticipos. Fuera de España estamos considerados como de los mejores marinos del mundo, y académicamente los mejor formados sin duda.

     Esto lo tienen bien en cuenta los armadores extranjeros, ya que nuestro valor en el mercado es cinco veces el que tenemos en España y además se nos rifan.

     Nuestra llegada a Port Harcourt, que así se llama el puerto en que me encuentro, ha sido festejadísima por sus habitantes, negros casi en su totalidad, desde que Nigeria diera la “patada” a su graciosa majestad y a sus súbditos, que dicho sea de paso, van dejando de estar en todas partes.

     El día que arribamos al “Calabar River” –próximo al caudaloso Níger- y dejamos caer nuestras anclas, nos vimos rodeados por gran número de piraguas manejadas por nativos, portando en ellas, piñas, papayas, bananas, figurillas talladas en ébano y marfil, utensilios prehistóricos de caza y un ilimitado número de baratijas artísticamente trabajadas en las más diversas materias. Algunas de estas piraguas eran gobernadas por mujeres, en su mayoría casadas, únicas que llevan completamente desnudo el busto.

     Rápidamente se entabló el comercio. Por cuatro libras nigerianas y unos botes de leche evaporada, pude adquirir una maravillosas figuras de ébano real representando a un hombre con gorro y la otra a una mujer con un peinado artísticamente labrado en el ébano. También me hice con una especie de santón con bastón en ébano negro que me gustó mucho por su sencillez y elegancia y dos cuadros al óleo de temas africanos. Uno de ellos me tiene fascinado. Representa una puesta de sol tras una cabaña y da la impresión de que arde el cielo. Del mismo modo se podía comprar una piel de leopardo por algunos cartones de cigarrillos o un reloj, cuyo valor aumentaba si su “tic-tac” se podía escuchar a varios metros de distancia. Los casados nos ofrecen sus mujeres para todo servicio a cambio de unos pantalones o una camisa.

Pablo

 (continuará)

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