Pablo Romero Montesino-Espartero
De Takoradi a Newport (de una carta a la familia)
He pasado la tarde de ayer en la playa de Takoradi. Una playa realmente
preciosa pero cruelmente solitaria a pesar de los 36 grados a la sombra, que
soportamos. Tiene una extensión de cerca de 40 kms. y está sembrada de palmeras
tropicales y arrecifes en los que rompe la mar dándole en algunas zonas una
blancura inmaculada.
Los valientes nos metemos hasta que el agua
nos llega al pecho, los precavidos hasta la cintura y los miedosos se dan
“baños tobilleros”, y a la voz de ¡tiburón¡, algunos en vez de nadar corren
sobre las aguas. Lo cierto es que el peligro es real y existente, aunque aún no
he visto a ningún aborigen que le falte una pierna o un brazo.
Llegamos hasta la playa a bordo de un bote
salvavidas del barco y al varar, se nos echaron encima negros que salían de
entre la vegetación y tuvimos que
alejarlos del bote con los remos, temiendo que se nos subieran y nos
robaran las provisiones de leche condensada y galletas que llevamos de dotación.
El regreso al barco fue muy difícil pues
teníamos viento de proa y el bote salvavidas es extremadamente pesado y
no se ciñe nada al viento. Finalmente y luego de muchas bordadas logramos
llegar al puerto.
Al atardecer estuve viendo jugar al tenis y
al golf en un club inglés. Pasé un mal rato recordando mi verano en La Coruña.
¡Paciencia¡ solo me quedan cinco meses para desembarcar.
En el horizonte, las copas verdes de los
árboles gigantes, rompen la monótona línea azul. La mar está llana, el calor es
sofocante y la humedad insoportable.
Hemos iniciado una “regata” contra el reloj, para llegar a
Newport el 31 de Diciembre. Nuestra ilusión : ¡Año Viejo en Inglaterra¡
Mar,
14 de Diciembre de 1964
Hemos doblado Cabo Palmas y navegamos a lo
largo de las costas de Liberia. El sol va quedando inexorablemente por nuestra
popa a medida que subimos en latitud e irá disminuyendo su altura meridiana,
que ayer alcanzó los 70 grados.
Hoy, durante mi guardia, he visto pasar
rozando el casco del barco a una pareja de tortugas gigantes. ¡Que contraste
con el azul del mar¡ Parecían almas gemelas, al ir desapareciendo en las
profundidades de estas aguas transparentes.
Continúa el tiempo esplendido. Todos los
días a las diez de la mañana me ducho con agua de mar y tomo el sol en bañador
hasta las 12. ¡Hay que llegar morenos a Inglaterra¡ Un “latin lover” que se
precie no puede tener un color lechoso ni en Navidad. Hoy hemos ganado en la
“regata” 30 millas, lo cual nos garantizaría una llegada a Newport de tres
horas antes de Año Viejo. Claro está que este buen tiempo no va a durar
siempre...
Mar,
18 de Diciembre de 1964
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Navegamos ya con la proa al norte
verdadero. Mañana pasaremos Cabo Verde.
Saltó el noroeste, se acabaron los alisios
y con ellos nuestras “altas velocidades”. A pesar de todo continuamos ganando
millas.
Esta tarde ha pasado un banco de delfines.
Nos han rodeado, han jugado con el barco cruzando bajo la quilla y dando saltos
espectaculares, golpeaban con sus colas la superficie del mar, convirtiéndola
en agua en ebullición.
Desde el interior del
camarote se podían oír los coletazos y costalazos; verlos en sus evoluciones es
algo que te deja pasmado por la velocidad que adquieren en sus arreones y en
sus inmersiones, y cuando estás en el puente es un disfrute admirar su belleza
plástica en sus salidas perpendiculares a la superficie, para después dejarse
caer de costado desplazando el agua como si fuera el pantocazo de un barco.
El eclipse de luna ha sido realmente
bonito. No se veía una nube y la luna llena iluminaba la mar como un sol de
medianoche. En una hora y media lucieron con más fuerza las estrellas y se hizo
noche oscura. La sombra de la tierra le dio una tonalidad naranja, aumentando
con ello la percepción de su esfericidad. En el momento del eclipse total,
tenía una altura de 80 grados. Desde vuestra latitud la observaríais mucho más
cerca del horizonte.
La mar abandonó su calma a la puesta del
sol y ha refrescado. Después de un mes, me he puesto hoy la camisa por primera
vez durante la guardia.
Mar,
19 de Diciembre de 1964
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Temporal en las Canarias. La radio habla de
olas de 20 metros de altura. Aquí solo nos llega una mar tendida que nos reduce
la velocidad, pero nada más.
Hoy hemos hecho prácticas de abandono de
buque. Todo ha funcionado perfectamente. El capitán se quedó sorprendido de mi
habilidad transmitiendo en Morse. Esta noche hablé con la lámpara de señales con un barco alemán
que iba a Ciudad del Cabo con pasaje y carga, nos felicitamos las pascuas y...
cada cual a su garito. Se encontraba a más de quince millas.
Mar,
21 de Diciembre de 1964
Me ha emocionado al oír las voces de los
niños del Colegio de San Ildefonso. Me trajo recuerdos imborrables de cuando
todos estábamos juntos en Cáceres y los
escuchábamos a través de la Blau Punkt de papá.
Bajó nuevamente la temperatura; 20 grados a
mediodía. Caminamos bien y si continuamos así el Año Viejo en Inglaterra, será
nuestro. Hoy la altura meridiana del sol fue de 38 grados, un sol apagado pero
que aún quema cuando uno se pone al socaire.
Esta mañana hemos pescado 40 kilos de bonito. Las rodajas a la plancha
con unas aceitunas y alguna especia las prepara nuestro cocinero italiano de
lujo.
Estoy renegrido como si regresase de un
veraneo. La mujer del Jefe de Máquinas de 35 años, se ha puesto impresionante.
Sin quererlo se te va la mirada a sus ojos verdes, que con el bronceado han adquirido un mayor atractivo. Es
yugoeslava y como todas las de su raza, rubia y esbelta. En la meridiana todos
los días sube al puente interesándose por la velocidad y la fecha de llegada a
Newport. Habla un italiano muy infantil y nos tiene a todos hipnotizados con
sus encantos femeninos...tengo unas ganas tremendas de poner los pies en
Inglaterra.
Mar, 22
de Diciembre de 1964
Por el portillo de mi camarote y a unas 10
millas veo bañada por un sol magnífico la ciudad de Las Palmas. A bordo tenemos
dos marineros que viven y tienen sus familias en este puerto. De vez en cuando,
levantan la cabeza durante su trabajo en cubierta y miran con tristeza la isla que poco a poco va quedando atrás.
Tan cerca y tan lejos...y mañana es nochebuena.
Mar,
23 de Diciembre de 1964
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¡Felices Pascuas¡ antes de irme a la cama
os telegrafié.
He cenado como cualquier otra noche, pues a
bordo seguimos la tradición italiana y el festejo se hace el día de Navidad,
así es que mientras vosotros estabais
liados con el turrón, yo trataba de dormir imaginándoos alrededor de la
mesa y con cierta tristeza en mi corazón.
Nos cruzamos con algunos barcos que llevan
en el puente alto un árbol de Navidad y luces de colores en la toldilla de
popa. Nosotros como único gesto, encendemos los focos iluminando la
chimenea...somos poco tradicionales los latinos...
Mar, 24
de Diciembre de 1964
(Continuará)
Pablo
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