Pablo Romero Montesino-Espartero

Pablo Romero Montesino-Espartero
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Camarote desde donde fueron escritas algunas de estas cartas-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Con este blog pretendo ir recopilando las cartas escritas por mi hermano Pablo Romero M-E, dirigidas a la familia, durante sus primeros años de navegación tras terminar su carrera de Marino Mercante allá por el final de la década de los años cincuenta, principio de los sesenta-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------.

martes, 8 de julio de 2014

DE RUSIA CON AMOR

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero



 
 
  
Carta nº 43
                                                           De una carta a la familia

 

    Llegamos sin novedad a este puerto de Ganha en donde llevamos cuatro días cargando cacao para Ámsterdam.
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    Estoy cansado y aburrido de Africa. Este calor agobiante acaba por deprimir a cualquiera. Pierdes noción del tiempo y de las estaciones...menos mal que Dios aprieta pero no ahoga (aunque...¡coño¡, tampoco afloja).
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    Ayer estuve bailando en una “sala de fiestas” de la localidad. El baile consiste en coger de la mano a tu pareja y en círculo ir caminando con ella a tu lado dando dos pasitos con el pie derecho y uno con el izquierdo. Resulta cómico ver a un blanco con una negra haciendo lo que yo he bautizado como el “pasemisin”. La mayoría tienen unos cuerpos esculturales, pero casi todas llevan peluca y cuando se la quitan o se les desplaza, se te caen los palos del sombrajo.   
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    Hemos coincidido en este puerto con el San Salvador -mi anterior barco antes de ascender a Primer Oficial -y que viene de Novorosisk (Rusia) en el Mar Negro. Me han venido a visitar todos los marineros demostrándome un afecto que nunca supuse pudieran tener por mí. Me han regalado varios libros  traducidos al castellano y una botella de vodka ruso. A bordo  ha sorprendido también la visita de la tripulación  del San Salvador casi al completo. Francamente me emocionó verlos a todos subir por la escala real, saludándome ya de lejos cuando aún no habíamos dado cabos a tierra. El contramaestre me dijo que aunque hubieran estado a cinco kms. de distancia un barco del otro, habría venido a saludarme.
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    Me han contado cosas interesantes del viaje y de la vida en la Unión Soviética.
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    El Segundo Oficial que me relevó, también vino a verme y me relató su historia triste con una estudiante rusa que trabajaba como bibliotecaria por las tardes en un club estatal para marinos.
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    Este chico dejó la carrera de Ingeniero en tercer año para hacerse marino y ella estudia filosofía y letras.
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    En ese club van chicas que entretienen a los marinos, bailan, charlan y hacen propaganda del sistema soviético. Todas están vigiladísimas por una comisaria política. Las preparan para vender el ideario comunista a las tripulaciones extranjeras. Muchas de ellas son contrarias al sistema y no creen en absoluto las cosas que los marinos extranjeros cuentan del mundo occidental.
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    Descrita por él como un ángel de cabellos rubios, excelente  cultura, además de guapísima, estaba siempre sola sentada en un butacón  leyendo. Un buen día se acercó a ella con objeto de pedirle un libro, excusa que le sirvió para entablar conversación en inglés. Hablaron de todo, aunque en manera muy reservada respecto a las cuestiones soviéticas. No creía en nuestra libertad, ni en la facilidad de adquisición en Europa de productos como vestidos, cosméticos, aparatos domésticos, automóviles etc. y menos aún, que él estuviera soltero a los veintisiete años.
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    La invitó varias veces a acompañarla después de su trabajo a lo que siempre se negó rotundamente, no porque no lo deseara, sino porque era peligrosísimo para ella. Cada vez que intentaba una caricia o cogerle las manos, le pedía casi llorando que no la hiciera sufrir. El último día le dijo que solamente le pedía un beso de despedida.
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“Se me iban las manos sin querer en dirección a las suyas; era una atracción irresistible, que sólo me frenaba el miedo a que  la pudieran castigar”, dijo.
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    Por último le habló de matrimonio y que estaba dispuesto a llevarla a España, de la que tanto le había contado en el transcurso de las dos semanas que estuvieron viéndose. No creía en su sinceridad y menos aún en la posibilidad de conseguir un pasaporte para salir de la Unión Soviética.
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    La última noche le sorprendió con sus palabras:
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“Arturo, esta noche me acompañarás hasta mi casa y pase lo que pase nos besaremos una y mil veces”.
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   Siguiendo sus instrucciones la esperó lejos de la puerta del club. La cogió de la mano y echaron a correr hasta  la parada del autobús.
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   “Llegamos sin respiración”, me contó.
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   Cuando subimos al autobús, nos encontramos a la comisaria que nos estaba esperando en él.
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    En un perfecto español me dijo:
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    “Haga el favor de regresar a su barco”. Ni una palabra más, ni una palabra menos. Después se dirigió a ella en ruso y la invitó a  subir al autobús.
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    Al día siguiente salieron a la mar. Desde Turquía la escribió y no ha recibido contestación alguna.
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    Es un buen chaval y está obsesionado con la vela.   Quiere que hagamos juntos la travesía del Atlántico en un barco que tiene en Galicia.
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                                                          Puerto de Tema (Ganha), 30 de Enero de 1965
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Pablo

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