Pablo Romero Montesino-Espartero
Carta nº 64
(Intima)
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Hemos pasado del verano austral a la
primavera europea, dejando atrás en un mes de navegación, el Pacífico, el
Atlántico, el Mediterráneo y finalmente el Adriático, al norte del cual se
encuentra el coqueto puerto de Koper en la costa de Capo d´Istria y que visito
por segunda vez.
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Llego a este puerto tras la
muerte de mi padre. El día del accidente me encontraba en mitad del Atlántico y
supe de la noticia por medio de un radiograma frío y poco meditado que decía
así:
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“Tus padres sufrieron un
grave accidente de automóvil, desembarca enseguida”
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Tuvieron que transcurrir
quince días para que el barco llegara al primer puerto español. Fueron días de
incertidumbre, tristeza y miedo a saber más, hasta que pudiera comunicarme con
la familia por teléfono.
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Mi madre, imaginándose mi
grave preocupación, una vez fuera de peligro, hizo llegar a mis manos nada más
atracar en Tarragona, una carta tranquilizadora. El mero hecho de ver su letra,
produjo en todo mi cuerpo una reacción en la que el llanto y la alegría se
mezclaron, abriendo ante mis ojos una luz de esperanza. Fue la carta que a lo
largo de mi vida, ha mantenido en mi corazón la huella imborrable del amor de
mi madre. Siempre quiso que el primer saludo a mi llegada a puerto fuera su
carta, me encontrara en la parte del mundo en que me encontrara.
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Llegué tarde a Cáceres para
poder ver con vida a mi padre y egoístamente pienso que fue lo mejor para mí.
Los acontecimientos en el San Pedro
de Alcántara y la falta de atención de algunas personas en su cuidado, hubieran
aumentado mi pena como les ocurriera a mis hermanos.
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Nadie podrá quitarme ya el
recuerdo de ver a mi padre ilusionado con su coche y disfrutando de la lectura
bajo una encina o recitando poesías a mi madre mientras el sol se ocultaba tras
la Sierra de San pedro, y todo ello gracias precisamente a la movilidad que su
Renault Dauphine le permitía, y que fue la causa de su accidente.
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El día en que éste ocurrió,
-y ajeno de la desgracia-, al igual que todos los demás días del viaje, hice
mis cálculos con las estrellas para situar en la carta náutica la posición del
barco. Son observaciones que me corresponden como Primer Oficial, al alba y al ocaso, y que
representan una hora de operaciones matemáticas engorrosas. En mi cuaderno de
cálculos del viaje desde Panamá a Tarragona no hubo un solo día que me fallaran
mis números, tan solo en la fecha del accidente aparecen los cálculos del alba
y del ocaso inacabados...
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Pablo
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