Pablo Romero Montesino-Espartero

Pablo Romero Montesino-Espartero
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Camarote desde donde fueron escritas algunas de estas cartas-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Con este blog pretendo ir recopilando las cartas escritas por mi hermano Pablo Romero M-E, dirigidas a la familia, durante sus primeros años de navegación tras terminar su carrera de Marino Mercante allá por el final de la década de los años cincuenta, principio de los sesenta-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------.

lunes, 6 de abril de 2015

RUMBO AL CABO DE BUENA ESPERANZA (II)

(Segunda parte)
 
Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero
 
 
Doblando el Cabo de Buena Esperanza en un Mercedes


Carta nº 56
(Continuación  de la carta nº 55)
 
29 de Mayo
 
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    Esta mañana cruzamos el paralelo 23 grados sur, dejando atrás la zona ecuatorial, por tanto estamos en pleno otoño austral. ¡Adiós amada primavera boreal, hasta dentro de 14 días¡
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    Del pantalón corto pasamos al largo y al jersey de punto, pues con los 23 grados de latitud sur, también nos han llegado 16 grados centígrados, que así de golpe y porrazo se notan. Desde que salimos de Trieste hemos tenido amaneceres a las más diversas horas; desde las 4 de la mañana a las 9 en que nos amanecía en Dakar. Ahora lo hace a las 7 y cuando estemos en Madagascar lo hará a las 3. No me digáis que no es divertido. Algunos marineros -que de astronomía saben bien poco- se vuelven locos queriendo descifrar el misterio y se preguntan ¿ por qué ayer cuando me levanté a las 7 era completamente de noche  y hoy a la misma hora, luce el sol? En cambio ninguno se percata de como el astro rey ha llegado un día a culminar en nuestro cenit desapareciendo las sombras en ese instante; ni de cómo nuestra estrella Polar un buen día dejó de verse sobre el horizonte como lo venía haciendo antes de cruzar el ecuador, o la presencia por nuestra proa de estrellas como Rigel Kent, Acrux, Alfa del Centauro, Canopus, las más hermosas del hemisferio austral, y que han ido apareciendo tan silenciosamente como desapareció del firmamento nuestra amadísima estrella Polar.
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        Al sur del Cabo de Buena Esperanza, 2 de Junio
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    ...y la astronomía no falló...tampoco lo hizo mi sextante Plath. Con un retraso de casi doce horas debido a la fuerte marejada, esta mañana a las 7 dimos vista a ese punto que divide los dos océanos y marca el fin del continente africano. La costa es realmente espectacular, montañosa, escarpada y sin alguna vegetación debido al azote de los vientos y temporales que durante todo el año la castiga. Esta mañana y como doblamos el cabo en mi guardia, me cupo el honor de recalar en él para más tarde dar rumbo hacia el  canal de Mozambique. He sentido una sensación extraña mirando la Cruz del Sur; pensar que probablemente en ese instante entre el Polo Sur y el cabo, los únicos seres humanos éramos nosotros. Parece una idiotez tal pensamiento, pero lo cierto es que sobrecoge  el ver esa mole por babor y por estribor un océano en el que su orilla opuesta son los hielos antárticos.
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    La temperatura ha bajado a 9 grados y hemos encendido la calefacción. El capitán dice que hace dos años vio focas apareándose en esta época del año. De momento nuestros únicos acompañantes son los albatros volando a escasos centímetros del agua sin mover un ala y picando a veces con sus extremos  las crestas de las olas. Nos acompañan durante días, duermen en el agua, alcanzándonos de nuevo al alba después de volar  más de doscientos kilómetros tras nuestra huella.
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     En Trieste cargamos en cubierta cincuenta Mercedes 280 S para los adinerados saudíes. Cuando empezó el buen tiempo, cada tripulante eligió su coche para disfrutar en las horas de ocio de las ventajas que ofrece el navegar sobre ruedas...ajenas.
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    Yo tengo en usufructo uno negro precioso en el que escucho buena música, y tomo el sol gracias a su techo corredizo, que te permite en las noches de estrellas, soñar con los ojos abiertos y colmar tu ánimo con las distancias infinitas del firmamento austral. No creo que haya muchos mortales, que hayan doblado el Cabo de Buena Esperanza a bordo de un soberbio Mercedes, éste cacereño, sí.
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Al doblar el cabo llevábamos recorridos 6.907 millas desde Trieste en 26 días de mar sin escalas. Nos faltan 4.600 para llegar a nuestro destino, es decir, unas dieciocho singladuras 
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                           Al oeste de Madagascar, 7 de Junio
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    Desde el Cabo de Buena Esperanza hasta Mozambique, hemos navegado  a media milla de la costa con objeto de evitar la fuerte corriente de las Agujas, que alcanza hasta 5 millas por hora. Han sido tres días interesantísimos pues nos ha permitido disfrutar muy de cerca el paisaje costero, tan de cerca que podíamos ver a los nativos y sus hogueras en las playas. Por otro lado ha representado un gran esfuerzo para los pilotos y un estado de nervios muy grande, pues navegar  tan próximos a la costa es muy peligroso ya que no hay faros y nos debemos guiar únicamente por el radar, de cuya pantalla no levantábamos la cabeza ni un minuto.
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    Las cabañas salpican el paisaje por doquier, un paisaje de un Africa para mi desconocida, de altas montañas y verdes colinas, te hacen imaginar que navegas por aguas del norte de Escocia, especialmente en las costas sudafricanas. De noche, ni un faro, solo alguna que otra luz mortecina de alguna cabaña y la luna que afortunadamente nos acompaña y que define la costa dándole un matiz más misterioso aún. Con viento de poniente, podíamos escuchar las voces de los negros y oler el humo de sus fogatas.
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    Hace dos días cortamos la corriente de las Agujas, navegando desde la costa oriental del continente a la occidental de Madagascar, de esta manera evitamos llevarla de proa, ganando dos nudos de velocidad. De nuevo volvimos al pantalón corto y al aire acondicionado. En estos momentos pasamos al través de una isla de corales que se llama Ilha das Indias.
 
Pablo.
 
(Continuará)

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